miércoles, 20 de julio de 2011

lunes, 18 de julio de 2011

EN LA MEMORIA....

Grabado en mi mente, aún perdura ese último relevo vivido en la pasada Semana Santa. Miércoles Santo. Durante mi estación de penitencia bajo el paso del Señor, y sin adivinar que no tendría ocasión de hacer lo propio el Viernes Santo, abandoné la trabajadera tras disfrutar junto a mis compañeros del andar fino y elegante de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, en su caminar por el callejón del Tomate. En ese paseo en que Dios, se hace hombre para andar por las calles de su pueblo, y donde el montellanero con fervor guarda silencio para rezar ante su imagen.




Tras las “revirás” en la taberna de “Juani” y la que aguardaba a continuación, en ese callejón en el que se adivina que la estación está a punto de cumplirse, me salí del paso. No me tocó en suerte acompañar al Gran Poder hasta su entrada, pero gracias le di por poder estar un año más bajo sus andas. Fue entonces cuando al remolino de los costaleros, estremecidos por la emoción y el cansancio, se unió un hombre que durante años supo fiscalizar la procesión con sabiduría, arte y tesón. Su rostro, surcado por lágrimas de emoción y promesas cumplidas, transmitía el sentir de un hombre de fe. De un hombre, amigo de sus amigos. De un hombre, que ocultaba bajo su recio semblante de militar un corazón inmenso. De un hombre, que se entregó a sus labores dentro del seno de la hermandad desde el primero hasta el último de sus días. De un hombre, que sin haber sentido jamás el peso de la trabajadera sobre su cuello supo entender y animar al costalero como pocos supieron hacer. De un hombre, al que todos recordaremos y al que solo le quedó solo una cosa por hacer dentro de su Hermandad. Portar la vara dorada de Hermano Mayor. Pero no te apures, Ángel, que allá en la gloria celeste de los cofrades de Sevilla, te han guardado un sitio privilegiado para que puedas asistir a todos sus cabildos. Para que vuelvas a ser fiscal del paso del Señor, cada Semana Santa, y para que puedas piropear los elegantes cambios en las marchas de tu hijo, Angelito. Descansa en paz, Ángel Cano, que tu Virgen de los Dolores y tu Gran Poder, velaran por los tuyos porque así siempre lo quisiste. Un abrazo, amigo.